La resiliencia sin adornos

Oct 07, 2025
 

En Accelerate no glorificamos la adversidad: la desarmamos y la convertimos en rutina. En este episodio me senté con Armando Romero —CEO de Sellopackcoach deportivoex‑futbolista y duatleta con participaciones en Ironman por relevos (categoría discapacitados)Oceanman Perú y San Andrés y Xseries Paipa— para hablar de lo que muchos evitan: vivir y liderar con límites reales.

No hubo maquillaje. Hubo verdad, método y una frase que define su estilo:

Lo no negociable, para mí, es la respiración.”


De la etiqueta al trabajo real

Armando no se presenta como víctima ni héroe de póster. Se define como “un discapacitado privilegiado”, alguien que perdió funciones clave, camina con dos muletas y convive con dolor neurológico… y aun así entrena, compite, dirige y enseña. ¿La clave? Aceptar lo que no controlas y dominar lo que sí: tu respiración, tu agenda, tus decisiones.

Durante 33 años llevó sus empresas a cero deuda. Hoy su “nuevo trabajo” es conversar y tocar corazones: hablar con franqueza sobre límites funcionales, mostrar adaptaciones y, sobre todo, convertir la vida en un sistema operable.


Tres sistemas que sostienen su día

1) Respiración + coherencia

Armando practica respiración guiada orientada a coherencia cardíaca. No la vende como milagro; la usa como palanca fisiológica para bajar el ruido del dolor, pensar mejor y decidir con la cabeza fría. Diez minutos, varias veces al día si hace falta.

“Es una respiración sencilla. Lo que más hago es contar hasta cinco al inhalar.”
No es mística. Es disciplina.

2) Agenda con límites, no con excusas

Respeta sus señales de corte (dolor, energía) y planifica en torno a ellas. Si nadar al mediodía le funciona, organiza su día para que suceda. Si necesita pausas, las toma. Si una reunión no amerita su energía, la elimina o la delega. El resultado no es menos productividad; es productividad sin autoengaño.

3) GraCtitud: gratitud + actitud

Romero juega a favor del cerebro: agradecer de forma concreta (personas, gestos, oportunidades) para entrenar la mente hacia lo útil, y actuar acorde. No es una frase bonita; es un ritual breve que ancla el día en realidad y responsabilidad.


Deporte: el laboratorio donde no hay discursos

El mar no negocia. Ahí Armando entrenó humildad, foco y adaptación. Autorizado a usar snorkel por razones médicas, aprendió a nadar en aguas abiertas con corriente, olas y frío. Más de una vez llegó de último… y llegó. Recibió incluso una medalla a la inspiración.
Las carreras son su espejo: no se trata de lucirse, sino de terminar y aprender qué ajustar para el día siguiente.


Liderazgo bajo restricción (y por eso, más fuerte)

La enfermedad le exigió soltar el mito del “Superman” ejecutivo. ¿Qué hizo?

  • Quitó reuniones y delegó responsabilidades que ya no aportaban.

  • Midió lo que importaba (foco, entrega, recuperación) en lugar de perseguir agendas vacías.

  • Convirtió la vulnerabilidad en práctica operativa: hablar claro de límites para que el equipo actúe sin suposiciones.

La paradoja: limitó su disponibilidad y mejoró el desempeño. Menos ruido, más decisiones de calidad.